domingo, 10 de enero de 2010

De tarde


La princesa estaba sentada, al lado de aquella ventana en el balcón de la torre, donde tenía una cómoda silla y se quedaba mirando el atardecer. El sol radiante, que daba los últimos tonos de colores cálidos se disponía a bajar. En el cielo esperaban las estrellas a darse a notar y era entonces cuando aquella muchachita se ponía a pensar: ¿cuándo llegará mi principe?
Ciertamente ella había tenido pretendientes que, al principio, se veían guapos y encantadores, pero había algo que a ella no le convencía. Además estos príncipes terminaban siendo malos para ella. Así que dio un suspiro y quedó contemplando la luna.
Al poco tiempo, el cansancio la consumió en uno de esos sueños que sólo las princesas suelen soñar.

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